Lo primero que pensé es que era un agente encubierto, un espía o un iluminado tipo Chopra en potencia… ¿Cómo podía ser que el chico de la limpieza, que cobraba más de cinco veces MENOS que nosotros, siempre estaba contento? Un compañero me hizo ver este detalle, y evidentemente había algo que el chico de la limpieza hacía, o tenía [y nosotros no]. ¿Qué es lo que lo mantenía en ese estado de continua calma? El sólo hecho de pensar en eso, mejoró mi ánimo. «Él se las arreglaba para estar bien, en cualquier lugar.»
Mientras tanto, en la sala, algunos solíamos quedarnos atrapados en el otro extremo, «el de arreglarnos para estar mal en cualquier lugar» y sobre todo en el lugar de trabajo. ¿Qué es lo que pasa? A veces llega una etapa en que nos encontramos embebidos en la rutina de un trabajo desmotivador, nos invade el desaliento, e incluso algunas personas llegan a padecer el «síndrome de burnout«, experimentando sensaciones de agotamiento, suspicacia e ineficacia. Este padecimiento, según Wikipedia, a grandes rasgos consistiría en la presencia de una respuesta prolongada de estrés en el organismo ante los factores estresantes emocionales e interpersonales que se presentan en el trabajo, que incluye fatiga crónica y negación de lo ocurrido, entre otras cosas.
Sentimos como si trabajáramos en un «vertedero de energía tóxica», como expresa el libro Fish!, mientras que la vorágine de las responsabilidades diarias continúa; la atmósfera laboral se torna insostenible, el malestar se propaga y se contagia entre colegas. Algunos viven sometidos a tanta tensión, que alegan no disponer de tiempo ni energía para buscar otro empleo. En algunos casos, por condiciones de familia, vivienda o finanzas, creen ser prisioneros en ese lugar que los asecha.
Si alguna vez te sentiste de esta manera, no sos el único. Este problema afecta a más personas y empresas de las que puedas imaginar. Es verdad que a veces pensamos que no se puede optar por el empleo que uno desea, o por las personas con las cuales realizarlo, pero, afortunadamente, existe un abanico de posibilidades a las cuales podemos recurrir. Entonces…
¿de qué manera podemos revertir esto? ¿qué atajos pueden llevarnos a disfrutar un poco más de nuestra estadía laboral cuando aún decidimos quedarnos allí?
En mi caso, mientras estaba trabajando en el casino, y después de más de siete años en turnos rotativos, y los últimos nueve meses sólo en el turno noche, había días, en los que la jornada se volvía, literalmente: INSOPORTABLE. Entonces recurría, además de leer y googlear sobre el tema, a observar a determinados compañeros y, a veces, a atormentarlos con preguntas, para descubrir «qué es lo que los predisponía a encarar la labor con mayor entusiasmo y soltura.»
La respuesta más o menos generalizada del grupo que lograba disfrutar un poco más cada día se resumía al «ponerle onda para pasarlo lo mejor posible», -como decimos los argentinos- y algunas de sus variantes: «le pongo onda para que la noche se haga más corta», «trato de conversar con los clientes para hacerlos sentir mejor», «rescato los buenos momentos que pasamos con los chicos».
Y evidentemente «Ese pequeño impulso que puede generar grandes diferencias es la ACTITUD.» Sí, actitud. Somos dueños de nuestros pensamientos y podemos elegir cómo actuar o responder ante los hechos. Una cosa es «lo que pasa» y otra cosa MUY distinta es lo que «decidimos hacer con lo que nos pasa, o lo que pensamos a cerca de lo que nos pasa.»
Estas personas que encaran la vida y el trabajo con una actitud positiva, son los que en vez de buscarle la quinta pata al gato y ver el vaso medio vacío, se predisponen a encontrar lo mejor de cada situación, de alentar a otros compañeros a sentirse bien y de sonreír más seguido… y si en el peor de los casos, el vaso está realmente medio vacío, se las ingenian para llenarlo.
Me atrevo a decir que lo más importante de todo esto es que:
- elegir qué actitud tomar, está dentro de nuestro poder, es una capacidad interna;
- es un músculo (por así decirlo) que se puede entrenar y volverse cada vez más efectivo con la práctica;
- independientemente del tipo de actitud que hayas tenido hasta ahora, en este mismo instante podés elegir cambiarla, mejorarla, en fin… es una decisión.
Dicen que la diferencia entre un día bueno y uno malo, radica en la actitud con la que asumimos la situación. Tu actitud marca la primer diferencia y puede hacer que hasta el trabajo más tedioso de convierta en llevadero, y hasta, quién sabe, con el tiempo… divertido, atractivo y reconfortante. Te vuelvo a preguntar
Como suelo expresar, no te quedes solamente con lo que te digo. Indagá, investigá y buscá información acerca de lo que te presento y formulá tus propias conclusiones. Contame tu experiencia para que podamos aprender entre todos, te dejo algunas preguntas para romper el hielo y que te animes a comentar 🙂
♥ ¿Cuál fue tu actitud ante tu trabajo últimamente? ¿Qué resultados te dio?
♥ ¿Cuál es tu estrategia para disfrutar de tu empleo?
♥ ¿Cómo podés mejorar, aún más, tu actitud?
Gracias por invertir en VOS!
Fabiana