¿Estás trabajando en relación de dependencia y a la vez montando tu propio negocio? Y si además de eso, también tenés hijos, pareja y familia o amigos que te llaman para ir de asado o de fiesta… primero dejame que me saque el sombrero para hacerte una reverencia y mandarte cuotas extra de energía o encontrar algún gato que quiera donarte una de sus siete vidas. Te merecés como mínimo un aplauso, un torbellino de palabras de aliento y uno que otro abrazo muy, muy fuerte a la distancia para sumar a tus rituales de renovación para continuar en marcha.

       Cuando comenzás como emprendedor, con la idea de negocio independiente, mientras todavía estás trabajando en relación de dependencia, te bancás hacer mil cosas a la vez. Te sobra energía para desarrollar una agenda súper productiva, te hacés el tiempo necesario para capacitarte, preparate y vas dando tus primeros pasos con pie de plomo.

       Pero si ya llevás bastante tiempo y tu objetivo a futuro es largar los uniformes y los horarios que determina tu jefe para dedicarte 100% a tu propia empresa, sé lo desgastante y abrumador que puede ser por momentos dedicarse a las cien dos tareas en simultáneo, sin convertirte en una bolsa de nervios y contracturas en el camino. Hay días y épocas en que la carrera se pone pesada y llegás al límite de querer tirar todo por la borda, pisar una de las perlas de Percy Jackson y aparecer inmediatamente en un hotel resort & spa, sin preocupaciones, sin obligaciones, sin compromisos… sólo con la paz y la tranquilidad.

        A pesar de tu paciencia, perseverancia y persistencia, hay épocas en que parece que el cuerpo y la mente no pueden más. El entusiasmo de los inicios está como extinguido. Probablemente llegás a dudar de si en realidad «ESO que decís que querés» es en verdad «lo que querés.» Porque te cansa tanto, que hasta empezás a poner en tela de juicio si es que realmente sos capaz de llevar adelante tu empresa, si este negocio es viable como te habías imaginado al principio, o si te conviene plantar la bandera blanca porque ya no sentís la misma seguridad y convicción.

       Si te propongo que te tomes unos días para descansar y reflexionar con la mente fresca, tal vez me digas que la única forma de que lo logres es agregando 24 horas más a cada día… que en este momento con tanto embrollo eso no es posible y que si te tomás el finde sabático, corrés el riesgo de descuidarte (todavía más) de tu familia o que te devoren las cuentas. Y a la larga se te complica más.

      ¿Continuar haciendo las dos cosas a la par a costa del estrés que genera? ¿O resignarte a matar el sueño de vivir 100% a pleno con tu propia empresa?

¿Qué se puede hacer para salir de este dilema?

PRIMERO. Si aparentemente no te es posible tomarte unos días, por lo menos designar un momento de tu tiempo, ya sea 15 minutos o media hora, para observar la situación desde afuera y re-pensar, respondiendo estas preguntas. (Si lo hacés por escrito, ganás puntos extra.)

¿POR QUÉ COMENZASTE? Al momento que estabas por empezar a desarrollar la idea y plantar tu primer semillita de independencia y libertad ¿qué es lo que te impulsaba? Es decir, qué es lo que estaba ocurriendo en tu entorno y qué deseabas, que te motivó a iniciar tu propio negocio.

Por ejemplo, lo que a mí me pasaba en mis «empiezos» -como dice mi hija- es que quería trabajar por mi cuenta, en algo que realmente me guste y me llene de satisfacción, ayudando a las personas a cumplir sus sueños. Quería manejar mis horarios, estar libre los fines de semana y no depender de un sueldo estático, aspirar a más. Generar para crecer, no para sobrevivir. Poder compartir más tiempo con mi familia, amistades y construir un estilo de vida de felicidad.

¿QUÉ SERÍA LO IDEAL? Si ahora mismo pudieras cambiar tu suerte y dar un salto mágico como en la película «Tomorrowland», ¿cómo sería ese lugar, qué cosas habría, qué estaría pasando? Aunque no lo consideres posible, tenés permiso para imaginarte y soñar un rato ¿qué es lo mejor que te podría pasar?

Imaginarse es gratis… y ya que de todos modos, casi siempre estoy pensando en algo, elijo que sea energizante y extraordinario. El subconsciente cuando tiene una muestra de lo que querés, busca Y ENCUENTRA el modo de hacerlo tangible en el mundo material, por más descabellado que parezca.

¿DE QUÉ TE ESTÁS PERDIENDO SI RENUNCIÁS A ESE SUEÑO? Aparentemente, dicen que en esta vida, todo tiene un precio. ¿Cuál es el que vos estás dispuesto a pagar? Cuáles son las experiencias, situaciones y vivencias que no van a ver la luz en este mundo si no salís a crearlas.

En mis últimos días de casino, estaba prevista una sesión de personal a otra empresa, donde tenía la posibilidad de firmar un nuevo contrato y quedarme por más tiempo en la comodidad de un «trabajo seguro». ¿Por qué mantuve firme mi decisión de IRME? Porque si por algún motivo, mis proyectos independientes, llegaban a fracasar, estaría dispuesta a pagar el precio de la derrota… pero no el precio de padecer la sensación de vacío y amargura que hubiera representado QUEDARME Y NO INTENTAR. Siempre se puede empezar de nuevo, pero no se puede volver el tiempo atrás.

Este ejercicio de preguntas (y por su puesto TUS respuestas) te aporta claridad a la hora de tomar decisiones, que viene acompañada de alivio y power para seguir en camino con tus proyectos de una forma más fluida y distendida. Incluso podés aplicarlas a otras situaciones o desafíos que estés atravesando en otras áreas.

♥ ¿Qué descubriste?

♥ ¿Qué otros métodos utilizás para descifrar tus dilemas emprendedores?

♥ ¿Plantás la bandera blanca o seguís adelante sin parar?

Conversemos en los comentarios. Cariños y mucho brillo,

Fabiana 🙂